sábado, 25 de mayo de 2013

Articulo : Influencia de la Autoestima en la Eficiencia Gerencial

 Por Ricardo Yohalmo León E.
En un seminario que impartí hace unos días, uno de los asistentes me comentaba acerca de una empresa de supermercados que visitaba como gerente de marca y de la mala educación de algunos de sus ejecutivos que no contestaban los saludos. “Me da pena ver jóvenes gerentes que no contestan el saludo”, me decía, “Se ven como amargados.” La percepción del joven gerente de marca no es rara ni remota. Es bastante corriente, a juzgar por las personas que levantan la mano cuando solicito a mi auditorio en seminarios gerenciales: “Levanten la mano quienes hayan tenido jefes que no contesten los saludos.” Siempre se levantan muchas manos y algunos comentan anécdotas relacionadas con ese síndrome. “Problemas de autoestima”, me repito para mi coleto, “jefes con baja autoestima”.
No contestar un saludo a propósito es la forma en que estos ejecutivos de pacotilla demuestran su afán de sentirse importantes. Creen que así son más gerentes y los demás los percibirán con más poder, cuando lo que demuestran es una tremenda pedantería y mala educación, y que el puesto les queda grande. Son los mismos que se sienten bien humillando a sus subordinados, y todo persona de mediana cultura sabe que el que tiene una buena autoestima no necesita humillar a otro para sentirse bien. “Dime de que presumes y te diré que te hace falta” es un dicho que puede aplicarse a estas actitudes.
Existen docenas de definiciones de autoestima; todas coinciden en que es el amor que sentimos por nosotros mismo, el valor que nos asignamos, el buen concepto que cada quien tiene de sí mismo, etc. Es más importante, pero mucho más importante de lo que usted cree. No exagero si asevero: usted es su autoestima. Usted se presenta a los demás según su autoestima. Su felicidad, sus relaciones conyugales y filiales, sus relaciones sociales, su futuro dependen de su grado de autoestima o desestima que tenga. Y si usted es gerente y tiene baja autoestima, ¡Pobrecitos sus subordinados! Han de pasarla muy mal más a menudo de lo que quisieran. Si usted tiene un jefe tirano, gritón, injusto, negrero, acosador sexual y mal educado, es seguro que está siendo victima propicia de alguien con baja autoestima. Esto es nocivo para las empresas porque este tipo de jefe es ineficiente; es incapaz de sacar lo mejor de su personal. Las personas hacen apenas lo suficientes para que no las despidan.
”La buena autoestima eleva el rendimiento en las empresas”, dice Gladys Ortiz, psicóloga clínica y empresarial de una institución gubernamental, en el suplemento “Bolsa de Trabajo”, de La Prensa gráfica. (21 de marzo de 2011, página 3)
Así que, señor empresario, asegúrese de tener gerentes con buen nivel de autoestima porque esto le garantiza eficiencia en su empresa. La ironía es que abundan los empresarios regañones y déspotas, también, así que la gerencia media no hace más que imitarlos, y esto baja en cascada hacia todo el personal. Si supieran los empresarios la plata que pierden al tener personal desmotivado, pobremente liderado, es seguro que hicieran algo, pero como eso no se puede medir, pasa inadvertido. Los empleados y obreros pudieran dar mucha información al respecto para que las cosas cambiaran, pero nadie les pregunta. Calculo que un poco más del 80 % de nuestras empresas medianas y grandes no hacen una evaluación de su clima organizacional y de ese porcentaje, muchas evaluaciones son hechas por personal de Recursos Humanos de la propia empresa, lo que le resta toda credibilidad. Conocí una empresa donde los de RR HH grababan las contestaciones a las preguntas del cuestionario. Tal es el grado de ignorancia con que se maneja esta variable en algunas empresas.
La característica más importante de un gerente o líder es su capacidad de motivar al personal, y los ejecutivos con baja autoestima son justamente lo contrario. Cuando se les dice esto, salen con el estribillo del ignorante: “La gente por mal quiere”, con lo quieren decir que las personas no aprecian el buen trato sino que para ser productivos necesitan ser maltratados. Y lo digo con propiedad por que lo he escuchado varias veces en mis seminarios gerenciales. Si esa peregrina idea fuera cierta, fuéramos uno de los países más productivos del mundo. Tratar mal a las personas no cuesta; cualquier energúmeno lo hace. Por eso es que salimos tan mal evaluados en los Índice de Desarrollo Humano, Índice de Competitividad Mundial (WEF) y otros.
ALGUNAS CARACTERISTICAS DEL GERENTES CON BAJA AUTOESTIMA.


  1. Es buenísimo para echarle la culpa a los demás cuando algo sale mal, pero si sale bien, se arroga los méritos.
  2. Le huye en forma enfermiza y hasta violenta a todo lo que suene a cambio.
  3. Su ignorancia hace que le tema a la innovación o a todo aquello que sobrepase su capacidad de imaginación, que por cierto es muy estrecha.
  4. Su frase preferida es “Aquí las cosas se van a seguir haciendo como siempre se han hecho.”
  5. Toma decisiones sin ver otros puntos de vista sobre el problema.
  6. Le encanta gritar y llamar la atención en público. Es el típico jefe gritón y malcriado, que insulta y vocifera.
  7. La gente le teme. Tiembla cuando lo ve acercarse, cosa, que dada su baja autoestima, disfruta porque lo hace sentirse superior.
  8. Es lento o nulo para reconocer las cosas buenas que hacen los demás.
  9. No soporta la crítica de ningún tipo. El que le lleva la contraria está perdido. 
  10. Le gusta lucir los galones, ver a los demás por sobre el hombre y mostrarse prepotente. Eso le compensa su diminuto valor interior.
  11. Tiene cambios diametrales de conducta. Cuando llega la gente comenta: ¿”Y de que humor vendrá el jefe ahora”?
  12. Le gusta presentar como suyas las ideas de los demás.
  13. Tiene preferencias por algunos de sus subordinados a quienes trata con indulgencia sin importar el grado de eficiencia con que hagan su trabajo.
  14. Carece del sagrado don de la humildad.
  15. No le otorga valor al personal; solo piensan en utilidades. O sea que ponen la carreta delante de los bueyes. (Si quiere ahondar más sobre el tema, lea mi libro ”Los cien errores del gerente y como corregirlos.”)
Guillermo Edelberg, doctor en administración de empresas de la Universidad de Harvard, profesor emérito del INCAE Businesss School (www.guillermoedelberg.com.ar), en su artículo “La autoestima y el ego”, se refiere así a los líderes gerenciales:
“Los líderes con una alta autoestima probablemente tendrán éxito porque buscan inspirar, motivar y proveer un agradable ambiente de trabajo donde los trabajadores del conocimiento sean creativos y productivos. En cambio, los de baja autoestima, consumidos por sus inseguridades, probablemente crearán conflictos en lugar de inspirar a la gente con la que se relacionan”. (The Academy of Management Executive. Briarcliff Manor: febrero de 1999).
Para mejorar la autoestima de los subordinados, demuéstreles aprecio, respeto, trátelos como personas, págueles lo justo, reconozca sus méritos y no olvide que los trabajadores pasan a los clientes el trato que reciben.
“Elevar la autoestima de los empleados es sencillo: basta con ayudarles a desarrollar su talento y habilidades, darles ánimo cada vez que lo necesiten, promover un ambiente de confianza y credibilidad en sus juicios decisiones, mostrar aprecio y agradecimiento por lo que hace el trabajador, así como respetar su valía, la de su trabajo y calidad humana”, dice Gladys Torres, la profesional arriba citada.
¿Cómo anda su autoestima, señor gerente? ¿Cómo anda la autoestima de sus gerentes, señor CEO? Si supieran las consecuencias económicas que tal deficiencia tiene para la empresa se interesarían en saber las respuestas de estas preguntas.
¿QUE SE PUEDE HACER?
No mucho, porque para que una persona cambie de forma de pensar, primero tiene que incorporar nueva información a su cerebro, a su toma de decisiones y al gerente pedante no le gusta capacitarse ni mucho menos leer. Abjura de todo cambio porque lo entiende como una forma de dejar de ser o morir un poco. Una lectura de los libros de Nathaniel Branden, Wayne Dyer, Deepak Chopra, Stephen Covey, Leo Buscaglia, y otros le vendría bien, pero no creo que sea capaz de tan titánico esfuerzo. Para mientras sigamos practicando nuestros cien años de gerencia obsoleta. Lea a Gary Hamel, cualquiera de sus libros y artículos para que sepa a que me refiero.
Debiera de ser obligatorio que todos los gerentes públicos y privados pasáramos por el diván de un buen siquiatra o un experimentado sicólogo clínico (Yo mandarían también a los jueces, cualquiera que fuera su jurisdicción). Miles de empleados y obreros dormirían mejor y querrían (no tendrían) ir al trabajo, serían más eficientes y gozaran de una mejor calidad de vida al tener jefes emocionalmente maduros. Pero esto es algo que solo se da en Jauja.
“Si todos los trabajadores se encuentran seguros de ellos mismos, su productividad será mayor y su trabajo de mejor calidad”, dice la licenciada Torres, quien ha de saber porque lo dice.
Mejore su autoestima, señor gerente, aunque sea por razones meramente prácticas: influyen en sus utilidades, y eso si debiera interesarle.

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